La protección de los productos farmacéuticos es vital. Pero gestionar la seguridad de forma aislada deja a las empresas farmacéuticas cada vez más vulnerables a los ataques. Ya sea una acción malintencionada de un empleado descontento o negligencia de un trabajador contratado, una amenaza en cualquier punto del proceso de producción podría dar como resultado lotes contaminados del producto final. Esto produce resultados devastadores como lesiones, costes financieros aumentados, impactos negativos en la reputación comercial y, en casos extremos, pérdida de vidas.